etica1 El Capítulo General 26 de la Congregación Salesiana, celebrado en Roma en marzo y abril de 2008 tuvo por tema: Da mihi animas cetera tolle. Es el lema de Don Bosco: ‘Señor, quiero almas para salvar; lo demás no me interesa’. En el núcleo llamado ‘nuevas fronteras de la pastoral juvenil’ se dice: Una particular atención hay que reservar para la situación actual de la familia.

En la parte destinada a analizar la ‘situación’ se dice: “La familia está amenazada no sólo por el confuso relativismo ético, sino también por procesos de deslegitimación institucional. Se llega hasta la disgregación y el reconocimiento de otras formas de uniones, con consecuencias graves en el plano educativo, como el abandono de los menores, las convivencias impuestas, las violencias inter-familiares”.

Es por eso que el Capítulo General lanzó como su línea de acción número 16 lo siguiente: “Asumir una atención privilegiada a la familia en la pastoral juvenil”.

En concreto, se pide a las comunidades salesianas promover itinerarios de educación afectiva sobre todo en la edad de la adolescencia y acompañar a los jóvenes en la experiencia del noviazgo, valorando la aportación de los padres, de los seglares corresponsales y de los miembros de la Familia Salesiana.

Cuando se habla de ‘nuevas fronteras de la pastoral juvenil’ uno piensa inmediatamente en situaciones de pobreza material. Pero era necesario también incluir la línea de acción número 16 porque:
1. Es falso que el comportamiento sexual es algo privado que sólo interesa a cada quien, y que no tiene ninguna repercusión sobre los demás.

2. En gran medida, la pobreza, los niños de la calle, la delincuencia, drogadicción y alcoholismo juvenil, etc., son consecuencia de la crisis de la familia o de la desintegración familiar.

Resulta entonces que la solución para gran parte de los problemas sociales de los niños y de los jóvenes está en reconstruir la familia basada en el matrimonio, según las exigencias de la dignidad del ser humano y de la voluntad de Dios.

Así lo afirma el Concilio Vaticano II: “El bienestar de la persona y de la sociedad está ligado a una favorable situación de la comunidad conyugal”. Así lo afirma también Benedicto XVI: “Considerar la pobreza poniéndose de parte de los niños impulsa a estimar como prioritarios los objetivos que los conciernen más directamente, como el compromiso en la defensa de la familia y de la estabilidad de las relaciones en su interior. Cuando la familia se debilita, los daños recaen inevitablemente sobre los niños”.

Cada vez más sicólogos ponen de relieve la importancia de las experiencias vividas en la primera niñez para el equilibrio de la futura personalidad. El factor decisivo es el amor y la comunión interpersonal entre los miembros de la familia. Cada vez más frecuentemente los educadores identifican la desintegración familiar como causa de problemas de aprendizaje y de problemas de conducta en los jóvenes alumnos.

Cada vez es más claro para los trabajadores sociales la relación de causa y efecto que existe entre la carencia de una familia debidamente estructurada, y la existencia de ‘niños de la calle’ y violencia juvenil. No cabe duda. El mejor modo de prevenir los problemas juveniles es trabajar en la defensa de la familia basada en el matrimonio.

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