pumaa Leí por ahí que Dios tiene su diseño de amor sobre cada uno de nosotros. También es una verdad que a cada uno de nosotros Dios nos ha llamado a la vida usando un molde diferente.

Si esto es así, intentaré describir qué molde usó Dios para llamarme a la vida consagrada.

El primer sacerdote salesiano que conocí fue el padre Bernardino Molina, hondureño, quien en 1953 era Director del Aspirantado Salesiano, que estaba entonces en el Barrio Don Bosco, en San José, Costa Rica. Le ayudaban dos salesianos jóvenes, Miguel Alvarado y Adrián Rivas, quienes serían ordenados sacerdotes posteriormente y que ya descansan en el Señor.  

Una mañana de principios de marzo de 1953 llegó el P. Molina a visitar mi casa. Lo acompañaban tres o cuatro aspirantes. Me invitó a conocer el Aspirantado. Me gustó y me quedé allí. Otros cinco compañeros de escuela dimos ese paso. De ese grupo, dos continuamos con Don Bosco: el hermano Avelino Barrantes y yo.

Del Aspirantado lo que más me gustó fue el ping pong y el futbol.

Hice mi primera profesión religiosa salesiana en Ayagualo el 8 de diciembre de 1960. Éramos 16 novicios. Al grupo se unió seis meses después el joven Oscar Rodríguez Maradiaga, buen compañero y amigo especial, hoy cardenal hondureño.

Me atrevo a afirmar que Jesús Sacramentado y María Auxiliadora han sido las dos columnas que me han sostenido sin dejarme caer en ciertos tambaleos de mi vida.

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