perfil-3 Vilma lleva 33 años de trabajar en la sección de primaria del Colegio Don Bosco, de Guatemala capital. En realidad, desde su niñez ha estado marcada por el influjo de Don Bosco, ya que este santo ha formado parte de la tradición familiar. Sus papás y sus tres hermanos han tenido a Don Bosco como miembro de la familia. Su hija estudia en el Colegio María Auxiliadora.

 

Son muchos los salesianos que ha conocido en sus largos años de trabajo educativo salesiano. Pero quien le ha impresionado más ha sido el joven salesiano Saúl Dighero, quien, siendo seminarista salesiano en ese colegio, murió en un accidente automovilístico. Vilma admiró su actividad incansable y su entrega total a los jóvenes. Su sonrisa constante infundía confianza y valor. Esa sonrisa la lleva en el alma, sobre todo por la intensidad que reflejaba un día antes de morir.

Con tantos años de servicio como educadora, es explicable que sus exalumnos sean numerosos. Vilma se enorgullece de que dos de ellos hayan optado por el sacerdocio. El actual coordinador escolar del colegio, Efraín Herrera, es otra de sus joyas de educadora.

 

En su servicio educativo no todo ha sido coser y cantar. Recuerda a un alumno de nueve años, a lo “Magone” de Don Bosco, que se distinguía por su agresividad. Pronto descubrió la raíz de ese malestar: su mamá lo había abandonado. El equipo de maestros asumió la tarea de encausarlo con paciencia y bondad hasta transformarlo en un muchacho positivo.

 

Vilma tiene bien claros los principios del Sistema Preventivo de Don Bosco: razón, religión y amabilidad. Ese trío de rasgos del maestro salesiano la empujan a cultivar más su vocación de maestra. La oración es habitual en su familia, en la que se reza diariamente el rosario. Con preocupación maternal atiende los problemas de cada niño. En su propia familia se cultiva el clima de la ayuda mutua.

 

Vilma se siente agradecida con Don Bosco por estar dedicando su vida entera a la delicada tarea de educadora según el espíritu salesiano. Considera la devoción a María Auxiliadora como un tesoro personal y familiar.

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