Marirosa. Marirosa, y yo tenemos una amistad desde el Colegio María Auxiliadora de Guatemala. Por los años 1966.  Siempre nos quisimos mucho, compartimos momentos felices en nuestra juventud.

  Ella hizo su vida, y yo, la mía:   No nos volvimos a ver, pero un día Dios nos reunió.  Fue en el año 2011 en una librería católica, cuando una señora me dijo ¿Lorena Gray?  Al verla no la reconocí, pero al poner atención me di cuenta de quién era, y nos abrazamos con mucho cariño.  Esto fue hace unos dos años.  Me percaté inmediatamente que algo le pasaba, su mirada era la misma, una mirada alegre y llena de bondad, pero su cuerpo.  ¿Qué le había pasado a mi amiga?   En estos dos años de reencuentro, una vez salimos a tomar café, y otras la he ido a visitar a su apartamento, hablamos por teléfono,  y en fin, nos hemos puesto al día en nuestras vidas.

Al hacerle esta entrevista, ella no pudo salir de su cuarto, pues necesita oxígeno, y el cable no es muy largo, tomamos café en su habitación, y platicamos alegremente como siempre, a pesar de que ella sufre de dolores, y de diversas enfermedades, sigue siendo mi Mariposa linda y feliz que siempre conocí.  (A veces le digo Mariposa, por su alma bella y libre).

Hola Marirosa, ¿cómo te encuentras?

Con muchas enfermedades, pero muy agradecida con Dios, que cada día me manda bendiciones, feliz, pues mis hijos me aman, me compran mis medicinas, me pagan los médicos, vivo en este bello apartamento, con vista a los volcanes.  ¿Qué más puedo pedirle a la vida?

¿Cómo fue tu niñez…, tu juventud?

Fui muy feliz, mis padres me amaron mucho, ellos se sentían orgullosos de su única hija mujer. 

¿Dónde estudiaste?

En el Instituto María Auxiliadora de Guatemala.  Estuve de interna por un tiempo, y fue una bella experiencia, fui muy feliz, compartiendo con las monjitas y mis compañeras de internado.  Las hermanas fueron como unas madres para nosotras, con su ejemplo, nos enseñaron a dar lo mejor de nosotras mismas.  Allí me gradué de maestra y esta profesión me ha llevado a entregarme a mi prójimo, desde entonces, hasta la fecha,  he aprendido a “ver” a las personas, y a ayudarlas a descubrir las maravillas que tienen adentro, y a que gocen de cada momento de su vida.

En unas vacaciones me fui a las misiones en Soloma Huehuetenango, con otras compañeras, a enseñar a la gente a vivir mejor, y aprendí a ser humilde en la vida y también a comprender a las personas que sufren y a los que lloran.

¿Qué me dices de tu experiencia en el Instituo María Auxiliadora?

Fui muy feliz, siempre en el colegio, fue una experiencia enriquecedora para mi vida, siempre recuerdo el colegio y María nuestra Madre al mismo tiempo.

Dime, ¿Te sientes salesiana?

Definitivamente, si Don Bosco y sus enseñanzas han estado presentes durante toda mi vida, el me ayudó en la educación de mis hijos, y también Domingo Savio.  En mi casa siempre estuvo y está presente el ambiente salesiano.

¿Cómo ha sido tu vida de adulto?

Una vida linda, dulce, preciosa, dura, austera, de mucha risa y de mucho llanto, pero siempre agradecida a Dios y María Auxiliadora por sus bendiciones, y la vida que me prestaron.

¿Cuántos hijos tienes?

Tengo dos maravillosos hijos, Jorge Alejandro y María Rosario de los Ángeles.  Ellos me pagan mis medicinas, mi apartamento, están pendientes de mi salud.

¿Cómo te sientes en este tiempo?

Estoy muy enferma, con muchas indisposiciones físicas, pero cada día lo recibo con entusiasmo, porque Diosito me da uno más para poder servirlo.

¿Qué entretenimientos tienes?

Por mi enfermedad, no puedo hacer manualidades, que era lo que me gustaba, pero me distraigo viendo los volcanes desde mi balcón, leo libros de Jesús y hago mis oraciones, que nutren mi vida.  También tengo muchas visitas, y con ellas doy lo mejor que tiene mi corazón.

¿Cómo te sientes de ánimo?

Bastante positiva, con ilusión y alegría cada mañana de vivir un día más con sus sorpresas y sus tristezas, pero más que todo, agradeciendo a Dios por todo lo lindo que me da.

¿Qué consejo puedes darle a todos los jóvenes que leerán tu entrevista?

Que nunca decaigan en sus propósitos, que nunca se queden en la tristeza, que siempre vayan caminando hacia adelante, y que para salir de problemas solo lo pueden manteniéndose de la mano de Jesús y María; y que si sienten decaimiento por algo, no se queden en la tristeza ni en el dolor, levántense y sigan adelante con Jesús y María de la mano, que nunca los va a dejar solos.

Nos puedes decir el nombre de tus enfermedades y tu edad Marirosa:

Esclerodermia, fibrosis pulmonar, diabetes, un ojo ya lo perdí, y en el otro tengo catarata.  Mi edad es de 63 años.

 

 Me voy con nostalgia, me admira que a pesar de sus sufrimientos viva tan feliz;  ella está muy atenta de quienes la visitamos y siempre tiene un consejo sabio y bondadoso.  Esto para mí es una prueba más de que Dios está a nuestro lado y nos llena de su fortaleza.  Es un testimonio de una ex alumna salesiana. 

No cabe duda que los ex alumnos salesianos quedamos marcados de por vida con ese “sello salesiano” 

 

 

 
 

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