miguelgiorgio Cuántas maravillas y prodigios has hecho por mí, Señor. (salmo 40)

El 5 de agosto de 1943, día de mi bautizo, el párroco preguntó a mi madrina: - ¿Cómo se llama este niño? - Miguel Donato Antonio, respondió Antonietta. Debido a las costumbres del pueblo, mis dos primeros años de vida me los pasé vestido de san Antonio.

Nací en un pueblecito del sur de Italia, en una familia normal de clase campesina. Se puede decir que hasta los trece años fui un pastorcito.

Estoy celebrando cincuenta años de salesiano. En la Navidad de 1963 hice mi profesión religiosa en la capilla de Ayagualo, El Salvador, siendo inspector el P.

Segundo De Bernardi. Ese día le di a Dios el sí más sentido, decidido y comprometido de mi vida.

En 1949 llegó a mi pueblo el párroco P. Teodosio, ex salesiano, que marcó un poco mi vida. El introdujo en el pueblo la cultura salesiana. En 1953 lanzó a la aventura salesiana a seis niños, incluido yo. Primero nos enroló como monaguillos y, apenas terminada la primaria, habló con nuestros papás. El 4 de octubre de 1955 salimos para el seminario menor salesiano.

Al comienzo de mayo de 1962, en mi quinto año, escribí una carta expresando el deseo de ser misionero. El 24 de mayo recibí la respuesta positiva. El 17 de octubre, en el puerto de Génova nos embarcábamos rumbo a América Latina. Tenía yo 19 años. Mi destino era Centro América. En Ayagualo, El Salvador, comencé el noviciado.

El 23 de junio de 1973 fui ordenado sacerdote en Italia.

En mi vida han influido fuertemente varios salesianos como P. José Atilano Rivera, P. Sergio Checchi, P. Aldo Turco, P. Luis Ricceri, P. Juan Raineri y el hermano coadjutor don Sebastián Eberl.

En 1981, con tres jóvenes, fundamos los programas de pastoral juvenil Escoge, Eje y Ene, que todavía existen.

Sigo feliz porque de Dios fue la iniciativa de llamarme y me sigue acompañando fielmente.

Compartir