bomba Cuando los educadores se quejaban con Don Bosco de que los jóvenes no los escuchaban y que no sabían como contactarlos, Don Bosco les decía: Vayan a la bomba.


Había en el patio de Valdocco una fuente alrededor de la cual los jóvenes se arremolinaban para beber o para ablandar el pan duro del desayuno. Es allí donde el educador, poniéndose también él en fila, podía escuchar las conversaciones, conocer los centros de interés de los muchachos, sus preocupaciones del momento. El educador estaba así en contacto directo con su cultura y podía percibir la atmósfera general.

El patio del recreo ha sido siempre un lugar privilegiado en el sistema preventivo, a partes iguales con el aula, la iglesia, los dormitorios y el comedor. Lugar de educación informal, pero que no se puede descuidar.
Don Bosco teorizó poco sobre su sistema pedagógico. Pero, al final de su vida, se dio a la tarea de poner por escrito su pensamiento en una carta fechada el 10 de mayo 1884 en Roma. Escogió la forma de un sueño en el que hace hablar a dos antiguos alumnos que describen los cambios en el clima de Valdocco.

En un primer tiempo, la atmósfera en Valdocco es ideal, pero las cosas cambian poco a poco: se lee en los gestos y rostros aburrimiento y desgana, mal humor y desconfianza que hace mal al corazón. De allí resultan los grupitos misteriosos, las conversaciones en voz baja, las críticas. Muchos están desmotivados. Por tanto, los educadores y profesores se sienten mal. Trabajan mucho por los jóvenes hasta el martirio, y lo hacen por amor, por caridad. Pero no basta.

Es necesario “que los muchachos no solo sean amados, sino que sientan que son amados”. Para ello: “Que sean amados en lo que les gusta, que se adapten a sus gustos...”. Que hagan bien su trabajo de profesor, de maestro de taller, de ecónomo, de director. Que sean buenos profesionales y, al momento de la recreación, ser alma de los juegos, animadores del ambiente.

Jean-Francois Moeurs SDB

 

Compartir