Enfrentamiento con la marquesa Barolo Opción vocacional definitiva de Don Bosco

Don Bosco había sido contratado por la marquesa Barolo como capellán del Pequeño Hospital de Santa Filomena, que atendía a muchachitas discapacitadas. Cuando todavía estaba en construcción, la marquesa accedió a que el Oratorio podía usar los  “locales del capellán” para sus reuniones. Pero era inevitable que, al acercarse la terminación de la construcción del hospital, el Oratorio debiera encontrar otro lugar para reunirse. 

Los jóvenes, que aumentaban cada vez más en número, llegaron a ser un serio gravamen para las instituciones de la marquesa Barolo. El Oratorio se marchó del Pequeño Hospital el 18 de mayo de 1845, y pasó por un período de continua peregrinación que le llevó hasta cinco diferentes lugares. Por fin, el 1 de abril de 1846 se asentó en la propiedad de Pinardi, su definitiva residencia.

 

Cuando se inauguró el Pequeño Hospital, el 10 de agosto de 1845, Don Bosco empezó a ejercer de capellán del mismo, un trabajo por el que la marquesa lo había contratado en primer lugar. Según se comprueba por un intercambio de cartas entre el teólogo Borel y la marquesa Barolo, Don Bosco había estado enfermo desde que salió del Convictorio en 1844, y su enfermedad se iba haciendo progresivamente más delicada. Pero, a pesar de ello, los domingos, con la ayuda de don Borel y de don Pacciotti, Don Bosco pasaba todo el día con sus muchachos y se mantenía disponible para ayudarlos en sus necesidades también durante la semana.

 

La Marquesa tenía proyectos sobre su joven capellán, a quien admiraba y valoraba mucho; deseaba hacer todo lo que estuviera  en su mano para hacerle recuperar la buena salud y mantenerlo en sus instituciones. Don Bosco, no obstante, por esta época, ya había tomado un firme y, de hecho, irrevocable compromiso con el Oratorio. Se hacía inevitable, pues, tener que renunciar a su capellán. La Marquesa veía las cosas desde otro punto de vista. Creía tener la seguridad de que Don Bosco renunciaría a sus “vagabundos” y trabajaría a tiempo pleno como capellán de sus obras. 

 

Este es el contexto del enfrentamiento de la marquesa con Don Bosco y de su ultimátum, según cuentan las Memorias del Oratorio, y se recogió, añadiendo  algún material, en las Memorias Biográficas. 

 

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