meditacion1 La familia debería ser el lugar más apropiado para formar una comunidad orante en nombre de Jesús. Pero, lo cierto es que las familias actuales muy raramente logran reunirse para rezar juntos. Pueden estar muchas horas ante un televisor viendo un partido de fútbol, pero no encuentran el momento oportuno para rezar juntos. Los horarios apretados, la vida llena de afanes y prisas domina en el ambiente familiar. Lastimosamente en una época de tantas crisis de todo tipo, las familias no le dan la debida importancia a la oración en comunidad. Si aprovecharan esa oportunidad, se verían protegidos contra tantas plagas que azotan los hogares; tendrían un poder de intercesión muy grande para atraer las mejores bendiciones del Señor.

Fue el papa Pío XII el que acuñó la frase: “Familia que reza unida, permanece unida”. Una gran verdad. Pero también se podría decir lo contrario: “Familia que no reza unida, difícilmente va a permanecer unida”. El Doctor Sorokin, de la Universidad de Harvard afirmó que en una encuesta que hizo, de 105 familias que rezaban unidas, sólo en  una hubo divorcio. En cambio, en las familias que no rezaban unidas, la cantidad de divorcios era alarmante. Bien dice el Salmo 127: “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles”. Muchos se están matando por ser felices: ya consiguieron un buen trabajo, tienen una casa confortable, un vehículo; pero la felicidad no se asoma por ningún lado. Es porque el Señor no está con ellos. Tal vez se llaman cristianos, pero no lo son de corazón, sino sólo de nombre. Un hogar en donde no está la bendición de Dios es un hogar totalmente desprotegido: las fuerzas del mal tienen entrada libre, pues las puertas están totalmente abiertas a las malas presencias.

Contra el divorcio
Contaba una mamá que una noche se enfermó uno de sus hijos. El papá estaba en una fiesta y no había posibilidad de comunicarse con él. Era el tiempo en que no había facilidad de teléfonos. La mamá reunió a sus pequeños hijos, comenzaron todos a rezar pidiendo el auxilio del Señor. Al momento llegó el papá y los regañó porque todavía no estaban durmiendo. Según él, era muy tarde. En la fiesta había consultado su reloj y había visto que ya era muy tarde. Por eso había regresado apresuradamente a su casa. Pero ya en su hogar, le hicieron ver que su reloj se había adelantado. La oración de aquella familia, reunida en nombre del Señor, tuvo una respuesta pronta en su emergencia. El  reloj adelantado del papá lo hizo volver a su casa en el momento en que más lo necesitaban. La promesa del Señor de contestar la oración de los que se reúnen en su nombre se había  cumplido como siempre.

En tiempos pasados se acostumbraba más rezar en familia. Lastimosamente, muchas veces, se hacía por obligación y de una manera muy rutinaria y mecánica. Aburridos rosarios rezados mecánicamente. Oraciones altisonantes y largas. Es posible que esa manera equivocada haya vacunado a muchos contra la oración en familia. Es preciso industriarse  para revivir la oración en la familia. Debe darse más importancia a la oración sencilla y espontánea. Hay que aprovechar todas las oportunidades que se pueda. Por ejemplo, sin van en un mismo vehículo los de la familia, bien podrían aprovechar para orar un momento. Las horas de comida  también son muy oportunas para hacer una breve oración y reflexión bíblica antes de compartir los alimentos.

Los padres de familia deben informarse cómo oran otras familias. Deben servirse de las buenas experiencias de sus amigos y conocidos. Una familia que ora es una familia a la que no le va a faltar la bendición de Dios, ya que la bendición se obtiene por medio de la oración. Una familia que no reza se está suicidando espiritualmente. Se quedarán sin la bendición de Dios, que es lo más importante para un hogar cristiano.

Un poder muy grande
El escritor Tim La Hay cuenta que en cierta oportunidad necesitaban en su familia un automóvil  de tres filas y de determinada marca. No podía ser un vehículo nuevo porque el presupuesto familiar no alcanzaba para eso. La familia específicamente comenzó a rezar en comunidad por esa necesidad. Un día, mientras oraban juntos, sonó el teléfono. Alguien  se marchaba al extranjero  y quería vender su vehículo, que respondía en todo a lo que esa familia necesitaba. No hubo necesidad de  convencer a los hijos del poder de la oración familiar reunida en nombre de Jesús.

Es impresionante el alto número de familias que no oran juntos. Ni se les ocurre siquiera. No saben a qué males se exponen, pues cuando no se reza, las fuerzas del mal no encuentran ningún baluarte que les impida atacar a esa familia. Por otro lado, qué poder más grande tiene la oración familiar en donde todos se han puesto de acuerdo en nombre de Jesús para presentarle al Señor sus necesidades y problemas familiares.

Mi experiencia como sacerdote es que muy pocos esposos rezan juntos. Con facilidad encuentran un pretexto para no hacerlo. No saben de cuántas bendiciones se privan. Además, ¡pobres sus hijos que no tienen unos padres que con oración de poder los encomienden a Dios en sus necesidades!

Lo normal sería que esposo y esposa oraran juntos con la mayor naturalidad. Pero no es así. Son muchas las parejas que se me presentan con serios problemas matrimoniales. Siempre comienzo por preguntarles si oran juntos. De antemano sé que su respuesta va a ser negativa. ¿Cómo quieren resolver sus problemas si no cuentan con el poder que viene de lo alto? ¿Cómo pretenden que no los zarandee el espíritu del mal, si  están totalmente desprotegidos como esposos, pues   entre ellos no está la bendición de Dios?  ¡Qué poder tan grande tendrían si se pusieran de acuerdo en nombre de Jesús para presentarle al Señor sus crisis matrimoniales, sus problemas con los hijos y la economía!

Una de las excusas, que exponen los esposos para no rezar juntos es que con frecuencia están enojados el uno con el otro, y así es imposible rezar. Pero en esos momentos críticos es cuando más necesitan intentar rezar. Lo necesitan urgentemente. Una pareja comentaba que cuando les sucede eso, procuran iniciar la oración con alguna fórmula, con algún salmo, con alguna lectura bíblica. La oración logra que se vayan suavizando los conflictos y puedan orar con más soltura y paz. Hay que intentarlo todo. No hay que quedarse sin la bendición de Dios. Sin tener a Dios en medio de la pareja. “Si el Señor no construye su casa, en vano se cansan los albañiles” (Sal 127) . No puede haber paz en el hogar, si el Señor no está presente como Príncipe de la paz.

Compartir