A Pablo lo que le interesa es la esencia del Evangelio, lo que llamaban en griego el “kerigma”, lo básico acerca de Jesús para que las personas se encuentren personalmente con Él Pablo es uno de los grandes enamorados de Jesús en la Biblia. Su relación con Jesús es excepcional desde todo punto de vista. Pablo comenzó como un enemigo feroz del nombre de Jesús. Quiere terminar con los cristianos, que proclaman a Jesús como el Mesías esperado. Pablo coopera en el asesinato de Esteban porque está proclamando a Jesús como el Hijo de Dios. Pablo odia a Jesús porque lo tiene como un blasfemo, que quiso hacerse pasar como el Hijo de Dios, como el Mesías prometido.,

Encuentro personal
Con Pablo acontece algo extraordinario con respecto a su encuentro personal con Jesús. Es Jesús resucitado el que se le presenta a Pablo mientras él con odio se dirige a Damasco para capturar a los cristianos. Una luz esplendorosa del cielo le cae como un rayo a Pablo, que se va de bruces  y queda ciego y totalmente desorientado, mientras Jesús mismo le dice: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Cuando Pablo exclama: “Señor, ¿quién eres?”, el Señor mismo hace su presentación, respondiendo: “Yo soy Jesús de Nazaret a quien tú persigues” (Hch 9,5) . Luego Jesús lo envía a Damasco y le asegura que allí encontrará a alguien que le dirá lo que tiene que hacer.

Pablo en su predicación y en sus escritos no habla propiamente de la vida de Jesús, como los evangelistas. A Pablo lo que le interesa es la esencia del Evangelio, lo que llamaban en griego el “kerigma”, lo básico acerca de Jesús para que las personas se encuentren personalmente con Él, para que se conviertan y, después de ser discípulos, se vuelvan misioneros, como él.


Pablo, en su predicación, sobre todo destaca cuatro cosas básicas acerca de Jesús; esto lo explica Pablo cuando comenta: “Porque, ante todo, les transmití a ustedes lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado, que resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que se apareció a Cefas, luego a los doce, después se apareció a más de quinientos hermanos, la mayoría de los cuales viven todavía” (1Cor 15,6). Pablo expone además que también a él se le manifestó Jesús resucitado, cuando tuvo su encuentro personal con el Señor en el camino hacia Damasco. Sobre estos cuatro temas, muerte, sepultura, resurrección y aparición de Jesús, Pablo va a insistir en toda su predicación como lo básico para que las personas tuvieran su encuentro personal con Jesús, se convirtieran en cristianos y en misioneros a la vez.

El crucificado
Para Pablo la cruz de Cristo va a ser el tema más importante en su predicación. Por eso Pablo comenta: “Y estando entre ustedes, no quise saber de otra cosa, sino de Jesucristo, y, más estrictamente, de Jesucristo crucificado” (1Cor 2, 2). No quiere decir que Pablo no tomara en cuenta la resurrección; todo lo contrario, Pablo acentúa que Jesús resucitó porque antes tuvo que pasar por el sacrificio expiatorio de la Cruz.  Para Pablo, Jesús crucificado es la manifestación del amor de Dios, que envía a Jesús como sustituto del pecador, para que sean perdonados sus pecados. Pablo llama a Jesús “el Cordero de nuestra pascua” (1Cor 5, 7), es decir, nuestro Cordero pascual, que ha llevado nuestros pecados en la cruz. “En quien tenemos redención”, dice Pablo en su Carta a los Efesios (Ef 1,7). Por la muerte expiatoria de Jesús hemos sido redimidos de la esclavitud del pecado.

Para Pablo su encuentro personal con Jesús había sido el hallazgo de un  tesoro escondido. Sin dudarlo confesaba: “Todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por Él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo y encontrarme unido a él” (Fil 3, 8-9). Pablo añade: “Ante el nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre” (Fil 2,10-11).

Resucitado
Fue san Pablo el que dijo: “Si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación no sirve para nada, como tampoco la fe de ustedes” (1Cor 15,14). Pablo tuvo la excepcional bendición de que fue el mismo Jesús resucitado el que se le apareció y le habló. Pablo estaba plenamente seguro de que su predicación proclamaba a un Jesús resucitado, cuya voz tenía bien grabada en su mente y corazón.  A san Pablo se le debe el capítulo de la Biblia que más detalladamente nos catequiza acerca de la resurrección de Jesús y de sus consecuencias en nuestra vida. Este capítulo 15 de la primera Carta a los Corintios es de lo más consolador de la Biblia para fortalecer la fe de de los que, como Pablo, queremos amar y servir a Jesús en nuestra vida.

Su muerte
Cuando Pablo sospechó que ya había terminado la misión encomendada por Jesús, confesó: “Deseo partir y estar con Cristo” (Fil 1,23). Para él la muerte era la aduana por la que tenía que pasar para unirse para siempre con su incomparable Jesús. Para Pablo toda su vida era un “estar con Cristo”, en íntima comunión con Él. De ahí que sin dudarlo, proclamó: “Para mí la vida es Cristo, y la muerte es ganancia” (Fil 1,21).

Razón tuvo la tradición popular en comentar que cuando le cortaron la cabeza a Pablo, esa cabeza dio tres rebotes y que en cada uno exclamó: “Jesús”. La leyenda tiene su fundamento en la vida misma de Pablo. Todos lo habían conocido como el gran enamorado del su Señor Jesucristo.

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