EducarDB 257 Antes eran inexpugnables, hoy han caído, pero tenían sentido y contribuían a la unidad familiar y a fortalecer la fraternidad... Hay que redescubrirlos.



La abuela se quedó asombrada: “¿En la alcaldía, sólo con dos testigos? Ustedes, jóvenes, viven como animales”. Su nieta acababa de comunicarle su decisión de no casarse por la iglesia.

Hoy en día, no sólo se despide con la marcha nupcial, sino también con el bautismo, la confirmación, el agua bendita y la procesión al cementerio. Ya no hay celebraciones que impregnen de significado simbólico el nacimiento, el matrimonio o la muerte.

Por ello, algunos psicólogos de renombre han dado la voz de alarma: “Nuestra sociedad está atravesando un dramático período de ‘desritualización’. Se han suprimido casi todos los rituales que marcaban la vida de las personas. Sin embargo, parece que no podemos vivir sin ellos. Al entrar en el campo, los futbolistas tocan el suelo y se persignan. Por supuesto, saben que la victoria no depende de ello, pero está claro que estos rituales les ayudan a alejar el miedo antes de una competición. Los escolares y estudiantes han desarrollado sus propios rituales para contener el miedo antes de un examen. Algunos rezan una oración, otros utilizan los mismos bolígrafos.

Hoy en día, muchas personas están plagadas de miedos generalizados, por lo que los rituales que buscan exorcizar el miedo son de gran importancia. Son como los rieles que forman las pautas de la persona en crecimiento.

Cuando se repiten con regularidad, proporcionan seguridad y fuerza, estabilizan la personalidad, tienen un efecto duradero en las acciones de los niños y son un requisito esencial para el desarrollo cognitivo y emocional, permitiéndoles organizar la fecha, el año, la vida según códigos precisos y compartidos. Y el orden en la vida es uno de esos valores que empezamos a echar de menos.

La ideología de la autonomía y el individualismo exagerados ha provocado mucha soledad. Se ha olvidado una dimensión esencial: la de la pertenencia: sentirse solidario con los miembros de un grupo, percibir los vínculos con una familia determinada, tener la seguridad de no ser abandonado sino de formar parte de un grupo capaz de eliminar los sentimientos negativos, la ansiedad y la depresión.
Nadie puede “autoexistir”; antes las personas sentían que pertenecían a “su” familia, porque existían formas particulares de dirigirse a los demás, de vestirse, de comer, de saludarse. Los rituales ayudaban a cruzar el camino de la vida.

Recuperarlos hoy es evitar que la familia se convierta en un cascarón vacío. Los rituales deben ser agradables y no forzados, por lo que corresponde a los padres encontrar los que mejor se adapten a sus propias circunstancias familiares (no tiene sentido pretender desayunar juntos, por ejemplo, si todos tienen que salir a distintas horas).

Muchas madres y padres conciben el concepto de ritual como una compleja serie de acciones que requieren mucho tiempo. Este no es el caso. Para los niños, cualquier gesto que se convierta en un hábito puede considerarse un ritual: un masaje en la barriga, la lectura de un libro o un beso de buenas noches.

Rituales para empezar el día. El momento de despertarse para muchas personas, tanto niños como adultos, no es agradable. Si tenemos en cuenta la naturaleza del niño, podemos ayudarle a despertar sin demasiado esfuerzo. Un buen desayuno con los alimentos favoritos y dos mimos de los padres podrían convertirse en el objetivo para un despertar más suave. Una nota de ánimo o una pequeña sorpresa en la mochila escolar pueden convertirse en positivo cualquier día.

Rituales de comida. Las comidas conjuntas a horas regulares también son útiles para marcar el día y estimular la unidad familiar y el sentido de pertenencia. Algunos platos sólo los sabe hacer mamá. Y serán un recuerdo duradero. Como la forma en que nos sentamos juntos en la mesa.

Rituales de tiempo libre: Es especialmente importante reservar tiempo para los niños para que aprendan a aceptar el tiempo que sus padres dedican a otras actividades. Saber que inevitablemente habrá un momento para ellos les ayudará a esperar.

Rituales para dormir: Por la noche, es bueno tener hábitos tranquilizadores que, al repetirse una y otra vez, indican que todo acabará por encajar. Los rituales vespertinos también sirven para exorcizar el miedo a la inquietud y a lo desconocido que trae la noche. Los niños quieren escuchar el mismo cuento de hadas una y otra vez: tienen la sensación de que el mismo comportamiento siempre expulsará el miedo. Otros niños necesitan un cuento de hadas o una oración de su madre o padre para poder conciliar el sueño. El ritual de poner la mano en la cabeza del niño mientras reza es hermoso. De este modo, siente físicamente que la oración le abre un espacio de protección, en el que se siente seguro y protegido, y que es defendido en su sueño por la mano amorosa de Dios.

Rituales para ocasiones especiales y fiestas. La fiesta es la sorpresa: en los días festivos es agradable hacer excepciones a los hábitos cotidianos y permitirse cosas que no se hacen todos los días. Los cumpleaños y las fiestas son necesarias para que el cumpleañero o la cumpleañera se sienta realmente especial; los aniversarios pueden convertirse en momentos únicos de unión.

Rituales religiosos. La misa dominical, una peregrinación juntos, los sacramentos y, por supuesto, la Navidad y la Pascua. Los rituales religiosos abren las puertas de la familia a Dios y aumentan la dimensión espiritual que sigue siendo el secreto de toda vida exitosa.

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