Educar-como-Don-Bosco-1 La importancia de la vida sana.

En general, existe una relación muy fuerte entre vida sana, vitalidad personal, alta estima de sí mismo, optimismo y energía. El hecho de sentirse bien y de estar a gusto consigo mismo puede ayudar a los hijos a superar muchas dificultades. Los padres tienen que saber que es muy importante ayudar a sus hijos a desarrollar una idea sana de sí mismos, que no dependa de la influencia de sus compañeros ni del deseo de ser populares; y a tratar sus cuerpos con cariño y respeto, independientemente de lo que hagan los demás.

Para que los hijos puedan alcanzar esta meta, los padres tienen que poner en práctica grandes direcciones.

El camino del ejemplo

La primera es el ejemplo. Si los padres intuyeran la importancia que tiene para sus hijos el ejemplo, seguramente se sentirán más motivados a llevar ellos también un estilo de vida sano. Los hábitos y las costumbres que se inculcan en la familia son fundamentales, porque pasan a convertirse en las maneras “normales” de actuar. Los jóvenes observan lo que hacen sus padres y se dan cuenta fácilmente si cuidan física y moralmente de sí mismos.

Padres que conviven naturalmente con el alcohol y con el humo del tabaco, o que son exageradamente sedentarios, no podrán luego ser “prohibitivos” con sus hijos. Poner las bases de un estilo de vida sano exige un compromiso constante de tiempo y energía. Significa alcanzar un equilibrio estable en la vida cotidiana: tratar el propio cuerpo con cariño y cuidado; repartir el tiempo entre actividad física, socialización, descanso, sueño es vital para desarrollar actividades creativas.

Hay que ayudar a los jóvenes a crear y desarrollar sus propias fórmulas para alcanzar el equilibrio entre estar sobrecargados de actividades y “vegetar”, entre pasarse “clavados” frente a la computadora o la televisión y estar horas en el gimnasio o deportes.

 

La educación de los sentidos

La segunda es el adiestramiento sensorial. Los niños aprenden a actuar a través del movimiento y de la actividad física, pero aprenden también a través  de la calma, la distensión y el silencio. Necesitan aprender los fundamentos de la higiene personal, el buen gusto en el vestir y en el comer, el rechazo de la comida chatarra, la alegría de un cuerpo que funciona bien. Necesitan aprender a ver y escuchar lo bello y a sentir su cuerpo como un regalo magnífico y un capital a cuidar.

Los padres tienen que hablar con sus hijos con absoluta claridad. Es conveniente hablar los asuntos relativos a la salud desde la misma infancia para que, cuando sean adolescentes, tengan sobre sus espaldas muchas horas de conversación. Para los adolescentes el tema “salud” abarca una vasta gama de elementos, entre los que destacan los grandes temas que suscitan mayor preocupación hoy –la droga, el sexo, el alcohol, las compañías - junto a otros, menos “pesados”, pero igualmente importantes, que van desde el uso del pañuelo y el hilo dental hasta aprender a comer bien y hacer ejercicio físico.

 

Los modelos posibles

La tercera es neutralizar los efectos de una cultura omnipresente y feroz que impone a todos tener determinada “imagen”: las revistas, las películas y la televisión asedian con imágenes de perfección física que son absolutamente inalcanzables para la gran mayoría de las personas. Si bien es una presión cultural que esta presente desde hace bastante tiempo, tiene como novedad el hecho de que ahora se refiere también a los varones.

 

Son pocos los adolescentes y adultos que tienen un cuerpo esbelto, “sexy” y musculoso como los que se ven en los medios de comunicación. Hay modelos hechos en computadora que se imponen como “standard” imposible. La diferencia entre estos ideales inalcanzables y la realidad imperfecta del cuerpo de cada uno puede desencadenar una relación muy crítica respecto al propio cuerpo. Y los adolescentes son muy sensibles a este tipo de presiones. Porque ya están a disgusto con su propio cuerpo por los cambios hormonales y el rápido crecimiento que están viviendo, y porque su personalidad todavía no es tan sólida como para tolerar los propios límites físicos. En la práctica, todavía no han aprendido a aceptarse. 

 

Los padres tienen que encontrar una manera de equilibrar las omnipresentes imágenes de los medios de comunicación con comentarios sanos y reales. Pueden llamar la atención sobre atletas que están en perfectas formas físicas, más que sobre actores y personalidades de los medios que no son perfectos desde el punto de vista físico. Pueden recordar a los jóvenes que el deporte y la actividad física requieren, en general, cuerpos diferentes según la especialidad.

 

También sirve, a menudo, ser pacientes ante las obsesiones vinculadas a estos aspectos. Una preocupación que, en realidad, es un pasaje fundamental para adaptarse a los cambios en el cuerpo y para crear una imagen más fuerte de sí mismos. La manera en que los adolescentes perciben su propio cuerpo es un elemento importantísimo para la personalidad que se esta formando. Cuanto más los tratemos con cariño y comprensión en este período, más los ayudaremos a desarrollar una imagen positiva de sí mismos. Y cuanto mejor sea esa imagen, mejor será también la manera en que cuidarán de sí mismos.

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