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José Guillermo Ramírez y Cristian Adolfo López, salesianos de Centroamérica que respondieron a la vocación misionera.Queridos hermanos y amigos: hoy me he atrevido a escribirles estas palabras, pero dirigidas con gran alegría desde el Colle Don Bosco, aquí, donde nuestro carisma ha nacido, y, por lo tanto, cada uno de nosotros también. En este momento me encuentro con hermanos provenientes de los cinco continentes, junto a quienes estoy participando del “Curso para nuevos misioneros”.

‘Debemos hablar y actuar en favor de la familia: después de todo, la familia es el primer y mejor Ministerio de Salud, el primer y mejor Ministerio de Educación, y el primer y mejor Ministerio de Bienestar Social’ William Bennett.Como todo lo humano, la familia es una organización con defectos reales, y estaría ciego quien no lo viera, pero es una ilusión pensar que existen sustitutos mejores. Es la misma naturaleza quien proporciona a los padres niños muy pequeños, que requieren que se les enseñe no cualquier cosa, sino todas las cosas.

Se separó la “sexualidad” de la persona: ya no habría varón y mujer; el sexo sería un dato anatómico que ya no apuntaría a la complementariedad sexual que expresa la vocación al amor.Los antecedentes de esta ideología hay que buscarlos en el feminismo radical y en una cultura en la que prima la despersonalización absoluta de la sexualidad. Este primer germen cobró cuerpo con el informe Kinsey (ya desprestigiado), en los años cincuenta del siglo pasado. Después, fue alentado por un cierto marxismo que interpreta la relación entre hombre y mujer en forma de lucha de clases.

Un noviazgo suficientemente largo y bien llevado es la mejor garantía para un matrimonio exitoso. Lo repito: se trata de prevenir.Muchos esposos acuden en busca de consejo cuando tienen problemas. Pero, a veces, los problemas son ya tan grandes que la solución buscada resulta poco menos que imposible.

Cuando se oscurece la imagen del ser humano, se oscurece también la imagen del matrimonio y de la familia. / Fotografía: Cathopic - María Fernández SantosEstamos imbuidos en una cultura de la muerte anclada en la llamada revolución sexual, influida por la ideología de género, presentada jurídicamente como ‘nuevos derechos’ y difundida a través de la educación en los centros escolares.

 

El mal del mundo tiene origen en el mal uso de la libertad humana. Dios no quiere el mal. Todo lo que él creó es bueno. No quiere el dolor ni la muerte. Pero, alejarnos de Dios fuente de la vida, tiene consecuencias mortales.S. Pablo, en Rm 3,23 enseña que todos pecaron y que, como consecuencia todos nacemos privados de la gloria de Dios. Ello a pesar de que desde antes de la creación del mundo todos hemos sido elegidos por Dios en Cristo para ser santos por medio del amor y para ser hijos de Dios por medio de Cristo (Ef 1,4).