En la Biblia se encuentra la verdad. “Ya que todo lo que está en la Biblia ha sido inspirado por el Espíritu Santo, hay que afirmar que los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso poner en las sagradas letras para nuestra salvación” (DV 11).


Creemos que la Biblia es inspirada por Dios, es necesario afirmar, por tanto, que la verdad está presente de hecho en todas sus afirmaciones. La Sagrada Escritura excluye la posibilidad misma de error. Por error se entiende la falta de conformidad entre lo que afirma el escritor y la realidad objetiva, teniendo en cuenta que cada género literario tiene sus propias reglas de interpretación. Por eso es importante una interpretación correcta que comprenda el sentido que el autor quiere decir. Las reglas de interpretación son distintas para el género literario llamado ‘poesía’ que para el género ‘parábola’ o para el género ‘cónica’, ‘mito’, etc.
Jesús y los apóstoles consideraban los argumentos basados en la Escritura como ciertos y definitivos. Este es el sentido de la frase, tantas veces mencionada, “está escrito”. Jesús dijo: “¿No está escrito en vuestra Ley? Y la Escritura no puede ser anulada” (Jn 10,34-35). “Está escrito” significa: Está en la Escritura y, por lo tanto, es verdad.
“Si alguna vez me encontrase en la Escritura algo que parezca contrario a la verdad, ello se debe a que tengo una copia defectuosa del texto, o el traductor no ha interpretado rectamente lo que está escrito, o mi mente no ha llegado a comprenderlo bien” (San Agustín).
La ciencia y la Biblia no pueden contradecirse cuando son bien entendidas, pues Dios creador de la naturaleza, es también el autor principal de los libros bíblicos.
Pero hay que tener en cuenta que la Escritura no habla de los fenómenos naturales con el fin de enseñar Física o Astronomía, sino que enseña solo verdades que se relacionan con la salvación de la humanidad. Los autores sagrados no escribían con la mentalidad del filósofo o del científico, sino con la del hombre común, con los limitados conocimientos de su época (500 o 1000 años antes de Cristo), con un lenguaje popular, y acorde con la propia cultura.
Por esto se comprende que la Biblia describa el sol y la luna como ‘las dos grandes lumbreras’ (Gn 1,16); y clasifique a la liebre como un rumiante (Lv 11,6). Los 6 días de la creación (Gn 1), no se refieren a días de 24 horas, sino a épocas indeterminadas de tiempo. Dios no dio clases extra de Física moderna a Moisés antes de que éste se pusiera a escribir. Por eso es necesario distinguir entre ‘lenguaje’ y ‘mensaje’. Lo importante es el mensaje y en él está la verdad.
Los acontecimientos históricos que narra la Biblia tienen una conexión más estrecha con el mensaje revelado que los fenómenos naturales. Pues las principales verdades que se refieren a Dios y a la salvación han sido reveladas a través de acontecimientos históricos, que sucedieron en momentos y lugares precisos. Por lo tanto, dichos acontecimientos deben ser considerados como hechos históricos. Nos referimos a la Creación, el pecado original, la Encarnación, la Redención, la fundación de la Iglesia, la institución de los sacramentos, etc. Todos éstos son acontecimientos históricos que manifiestan el sentido último de la vida del hombre y de sus relaciones con Dios y, por tanto, son ciertos.

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