El bautismo del Señor. Foto de: Cathopic/Demetrio Podemos resumir el mensaje bíblico sobre el Bautismo en las siguientes cuatro afirmaciones:

1.- Definitivamente, la humanidad necesita una salvación radical. Este mundo está mal.
2.- Esa salvación no la puede lograr el ser humano por sí mismo. Tiene que venir de arriba. Jesucristo, Dios y hombre, es el único Salvador.
3.- El encuentro personal con Jesucristo tiene lugar por la fe y el Bautismo. Lo cual implica conversión.
4.- Con el Bautismo se obtiene la justificación, y comienza una vida nueva: la vida de Gracia, que es participación en la vida divina.
Un pasaje de la Iglesia primitiva nos ayuda a comprender la vida nueva que el Bautismo trae a nuestra existencia: En el siglo III, Cipriano de Cartago, escribió a su amigo Donato: "El mundo en el que vivimos es malo, Donato. Pero en medio de este mundo he descubierto a un grupo de personas santas y serenas. Son personas que han encontrado una felicidad que es mil veces más alegre que todos los placeres de nuestras vidas de pecadores. Estas personas son despreciadas y perseguidas, pero eso no les importa. Son cristianos, Donato, y yo soy uno de ellos". Vemos cómo bautizarse implica cambiar el modo de vivir.
En la Iglesia primitiva, dado que todavía no existían familias cristianas, el bautismo se administraba sobre todo a personas adultas. Recibían las catequesis de preparación llamadas Catecumenado y, en la fiesta de Pascua, recibían en la misma ceremonia los tres sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.
Existe una relación íntima entre Pascua y Bautismo. Pascua es una palabra judía y significa paso hacia la libertad.
a) La pascua judía consistió en pasar de la esclavitud de Egipto a la libertad en Palestina, a través del paso del Mar Rojo. Se trata de una liberación política.
b) La Pascua judía era anticipo de la Pascua de Jesús, quien nos liberó a todos del pecado y de la muerte gracias a su paso de este mundo malo a la Gloria del Padre a través de la cruz y la resurrección.
c) La salvación de Cristo se aplica a cada ser humano gracias a la fe y el bautismo. El bautismo es la Pascua cristiana pues nos une con Cristo y nos hace pasar de la esclavitud del pecado y de la oscuridad, a la libertad de los hijos de Dios y a la luz de la fe.
Esquema de la pascua

 

La Iglesia reconoce tres clases de bautismo: de agua, de sangre (los que mueren por la causa de Jesús) y de deseo. El bautismo de deseo se aplica a los catecúmenos que mueren antes de bautizarse. Pero también se aplica a las personas que, sin culpa, no conocen a Jesucristo pero que buscan la verdad y, siguiendo la voz de su conciencia, persiguen con todas sus fuerzas los valores del amor, la justicia, la pureza, etc. Se trata, al fin y al cabo, de valores evangélicos. Jesús los toma en cuenta para la salvación de quienes los practican.
El Sacramento de la Confirmación lleva la semilla del Bautismo a la madurez adulta para dar frutos con el testimonio personal de vida, y con el apostolado.
El Sacramento de la Penitencia es una segunda tabla de salvación para el perdón de los pecados cometidos después del bautismo.
La Iglesia Católica reconoce como válido el bautismo de los cristianos evangélicos, puesto que también ellos creen en Dios uno y Trino, así como en Jesucristo Dios y hombre verdadero y único salvador. Además, bautizan con agua en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Los niños que mueren antes de nacer y los que mueren sin bautismo antes de alcanzar el uso de razón, también se salvan. Porque el pecado original no condena a nadie ya que no lo cometí yo, sino que es una situación heredada. Para condenarse es necesario haber renegado personalmente contra el amor de Dios; es necesario haber cometido graves pecados personales, sin nunca arrepentirse.

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