hombre y mujer Se está produciendo en la actualidad un giro de pensamiento, debido a las consecuencias negativas de la revolución sexual y de la ideología de género. Está reapareciendo la estabilidad matrimonial como un beneficio para la sociedad.

La Dra. Linda J. Waite, profesora de Sociología en la Universidad de Chicago, defiende que estar casado mejora la salud física y psicológica, y alarga la vida. En su libro Nuevas familias, ninguna familia, en conjunto con Frances K. Goldscheider, afirma que los nuevos modelos de familia son un engaño para la sociedad. En el libro The case for Marriage, escrito en conjunto con Maggie Gallagher, muestra los beneficios que supone el matrimonio para la sociedad.

En varios estados americanos, reformas recientes en la legislación establecieron leyes más duras para el divorcio, incluyendo un acceso limitado al mismo, la prolongación de los periodos de espera, y la obligatoriedad de asesoramiento familiar previo.

Inglaterra aprobó en 1999 una Marriage Act en la que se alecciona a jueces, abogados y cónyuges con el deber legal de ‘salvar el matrimonio’.

En 2003, el político James Q. Wilson escribió The Marriage problem, donde corrobora que el matrimonio no sólo es importante para los individuos, sino también para la sociedad. Wilson observa: “No es el dinero sino la familia, el fundamento de la vida púbica”.

Diversos siquiatras afirman que están apareciendo patologías como consecuencia de la inestabilidad familiar, las cuales minan el bienestar social. La frustración en los cónyuges conlleva un progresivo aumento de trastornos psicosomáticos de carácter depresivo, con trastornos de conducta en los hijos tales como adicciones, desmotivación y fracaso escolar. También aumenta la soledad y abandono de los ancianos como consecuencia de las rupturas matrimoniales.

Se suele creer que, cuando un matrimonio tiene problemas, le quedan dos opciones: seguir sufriendo o divorciarse para ser feliz. Pero la Dra. Waite (¿El divorcio hace feliz a la gente?) no encontró ninguna evidencia de que los divorciados fueran más felices. Los casados infelices que permanecieron juntos, cinco años más tarde habían mejorado sus uniones y eran más felices. El divorcio no redujo la depresión, ni levantó la autoestima. El divorcio pone en movimiento procesos que afectan el bienestar emocional del individuo: las reacciones de los niños, decepciones, regulación de las visitas de los niños; tensiones financieras, conflictos en las nuevas uniones, etc.

Casi el 45% de los niños que viven separados de sus padres han sufrido serios problemas de tristeza y soledad. Los investigadores han demostrado que cuando un padre no satisface la necesidad de cariño y afecto de un niño, se desarrolla un vacío interior. En un intento por superar este dolor, algunos jóvenes buscan ser abrazados por otro hombre, pudiendo desarrollar atracción por el mismo sexo. El Dr. Polaino afirma “Está comprobado que los niños sufren más con el divorcio de sus padres que con la muerte de uno de ellos".

La sicóloga americana Judith S. Wallerstein escribe: “Pensaba que los efectos del divorcio eran pasajeros. Pero cuando estos niños llegan a la edad entre 25 y 40 años, han acudido de nuevo a mí, para hablar sobre el divorcio de sus padres. Resulta que las heridas del divorcio seguían en carne viva”. Judith se vio obligada a escribir El legado inesperado del divorcio, 25 años después. Donde concluye que el divorcio no es un trauma pasajero, sino que se convierte en el factor determinante de los sentimientos, actitudes y crecimiento de las personas.

La sola posibilidad de una separación, llena al niño de confusión y miseria emocional. La razón es que el hijo no se identifica solo con uno u otro de sus progenitores, como si fueran individuos aparte, sino que se identifica con la relación que los padres tienen entre sí como pareja. El hijo se identifica con un padre y una madre que reflejan el amor en la unidad.

Otra investigación realizada en Inglaterra en 1994 mostró que, en las familias conflictivas, pero que se mantienen unidas, hay menos niños infelices en comparación con los hogares rotos. El niño está más preparado para aguantar el conflicto familiar que para aguantar la ruptura del matrimonio.

En los últimos años se han realizado marchas multitudinarias, tanto en Europa como en toda América, a favor de la vida y contra la equiparación legal de las uniones homosexuales con el matrimonio natural.
El Colegio Americano de Pediatras ha desacreditado la ideología de género y la adopción de niños por parejas del mismo sexo. La declaración lleva fecha del 21 de marzo de 2016.

El 9 de junio de 2016, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo (Francia) ha establecido por unanimidad, que el matrimonio entre personas del mismo sexo no es un derecho.

Camille Paglia fue la primera mujer en declararse lesbiana en la Universidad de Yale y, desde su pensamiento feminista y ateo, mantiene un discurso contrario al “oficial” impulsado por los grupos de presión LGTBI. Ella afirma que “la homosexualidad no es normal: sólo hay dos sexos biológicamente determinados”.

En la vieja Europa hay naciones enteras que siguen creyendo en la familia, célula originaria de la libertad, y así lo defienden en sus legislaciones. Es el caso de Polonia, Hungría, Croacia y Eslovenia.

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