Eugenesis. Con la palabra eugenesia nos referimos a las medidas aplicadas para evitar el nacimiento de niños enfermos. Tales medidas pueden ser el aborto, la fecundación artificial,

la esterilización, la prohibición del matrimonio, etc.

No se trata de prácticas nuevas: Por los años 1920, en los Estados Unidos, con el pretexto de que no nacieran niños enfermos, algunos Estados adoptaron disposiciones que obligaban a la esterilización de personas que portaban genes responsables de ciertas enfermedades. También en la Alemania nazi se pusieron en marcha programas de esterilización de personas que tenían alaguna deficiencia mental, alguna malformación, etc., con lo que se adquirió experiencia para el genocidio, que siguió, de judíos y polacos.

Aun utilizando técnicas rigurosas los métodos que advierten sobre un posible hijo enfermo, pueden conducir a errores. Recordemos, al respecto, lo sucedido en un debate público en el que participaban algunos científicos e intelectuales franceses que se declaraban partidarios del aborto. Alguien preguntó: "¿Permitiría usted el aborto provocado en una mujer tuberculosa exhausta, maltratada por un marido brutal y alcohólico, con el feto destinado irremediablemente a graves perturbaciones emocionales y defectos congénitos insuperables"? El profesor Monod le contestó: "Sería un caso claro de respuesta afirmativa". Inmediatamente el que preguntaba pidió un minuto de silencio porque el profesor Monod hubiera asesinado a Beethoven, pues esa eran las circunstancias reales en que nació el genio de la música.

La condena de cualquier aborto se basa en el conocimiento de que todo embrión es ya un individuo: un individuo en una de las etapas del desarrollo normal de su vida. En efecto, la ciencia nos dice que un individuo pasa por diferentes etapas: embrión, infancia, juventud, vida adulta y ancianidad. El paso de una etapa a otra no supone la adquisición de la condición de individuo, pues dicho individuo está constituido como tal desde la formación del cigoto. El cigoto es la célula resultante de la fusión de los núcleos del espermatozoide y del óvulo. Con la división y subdivisión del cigoto comienza el desarrollo del nuevo individuo.

Un embrión no adquiere la condición de individuo en el momento del parto. A las tres semanas de la concepción, el corazón, ya constituido, late; al mes están esbozados los brazos, las piernas y la cabeza; a los dos meses tiene manos, pies, cabeza, órganos, cerebro, se ven los pliegues de la mano, y con un microscopio incluso podría ser identificado por sus huellas digitales. Un cigoto recién constituido (la célula que se forma al unirse el espermatozoide con el óvulo), no es menos individuo de nuestra especie que un embrión de dos u ocho meses. Esto es así independientemente de si el individuo está enfermo o malformado, pues la malformación o la enfermedad no le privan de la condición de individuo de nuestra especie.

La moderna genética molecular enseña que el cigoto contiene ya en su ADN toda la información aportada por los gametos paternos, y que es requerida para un total desarrollo; de manera que inmediatamente después de constituido, tal programa empieza su ejecución. Desde el punto de vista biológico, la vida de un individuo consiste en la ejecución de la información contenida en ese programa. De modo que es falso señalar el comienzo de la condición humana a las 7 semanas, o en cualquier otro momento distinto que la concepción, o en el momento del parto.

El biólogo tiene el importante deber de difundir entre los demás miembros de la sociedad estas verdades científicas, porque numerosos slogans aprovechan la ignorancia del gran público y de las clases políticas, a fin de eliminar la repugnancia innata de las personas hacia el aborto.

Se habla de "derecho de la mujer sobre su cuerpo", "liberación de la mujer", "riesgos del aborto clandestino", "situación de la mujer violada", "desigualdad social", etc. Pero si se considera uno a uno, se advierte que tales slogans incluyen la negación de esta verdad incuestionable: el embrión es un individuo humano. Los mencionados slogans pierden toda su fuerza argumental cuando esta verdad científica es conocida.

Está claro que las medidas eugenésicas que aquí hemos mencionado son ilícitas, no por el fin que persiguen -mejorar la descendencia humana- sino por lo ilícito de los medios que emplean.

Por lo que respecta a la fecundación artificial con "semen selecto", hay que recordar que es ilícito no sólo porque se pierden embriones (individuos humanos), sino también porque se separa la procreación humana de la unión corporal entre los progenitores.

En cuanto a la prohibición del matrimonio, esta prohibición es contraria a la dignidad de la persona, a su libertad, y al derecho natural a contraer matrimonio y a tener hijos.

La esterilización, tanto obligatoria como voluntaria, es ilícita, ya que el hombre no es dueño absoluto de su cuerpo ni del cuerpo de los demás.

Y claramente es ilícito el aborto, que constituye la forma más violenta de opresión al suprimir la existencia de una vida humana.

Medidas eugenésicas éticamente lícitas.

Entre esas medidas está, en primer lugar, la información que puede darse a una pareja que desea contraer matrimonio, sobre riesgos en la posible descendencia futura. Pero nadie puede arrogarse la función de decidir por los interesados, ya que el matrimonio es un derecho de la persona, así como es un deber de la persona considerar los posibles riesgos de un hijo enfermo.

En segundo lugar es legítimo, también, informar a los padres del riesgo de que tengan una descendencia enferma. Informar quiere decir, darles los elementos de juicio, por si deciden prevenir la posibilidad de embarazos futuros por medio de la continencia periódica durante los períodos no fértiles de la mujer (método Billings de regulación de la fertilidad).

Hemos dicho información con respecto a embarazos futuros, porque respecto a un embarazo que ya está en curso, la única información que puede dar el médico es la de que el embrión existente es un individuo humano cuya vida debe ser respetada.

La fe nos enseña que también la vida de un niño enfermo tiene valor y sentido por la dignidad que le da el ser imagen de Dios y llamado a la vida eterna (donde no existe la enfermedad). Comprendemos que sin esta fe, es más fácil caer en la tentación de eliminar seres humanos enfermos, porque sin fe, no se les reconoce una dignidad absoluta.

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