La pretensión del cristianismo... ¿Cómo pretende el cristianismo ser la religión verdadera, cuando es tan difícil conocer la auténtica verdad sobre Dios?

Lo normal –dicen algunos-, sería no atribuir al cristianismo mayor veracidad que a las otras religiones.

Sin embargo, hay una diferencia: el cristianismo tiene su origen en Jesús, Hijo de Dios hecho hombre y, por tanto, lo que Jesús nos ha enseñado es la verdad.

Una verdad que, por cierto, no se opone a la razón humana, sino hizo posible que los primeros cristianos entraran fácilmente en diálogo con los filósofos griegos de la antigüedad, superándolos.

En cambio el cristianismo siempre se distanció de los mitos y de las religiones paganas de la Roma antigua, hasta el punto de que los cristianos fueron acusados de ateísmo por negarse a sacrificar a los ídolos.

Por todo esto, y por el mandato misionero de Jesús, el cristianismo debe ser considerado como una religión universal y debe ser llevada a todos los pueblos.

Aclarando que el cristianismo debe ser propuesto, sí, a todos como la religión verdadera, pero no debe ser impuesto a nadie.

Además de la gracia divina, el cristianismo tiene a su favor que en él se reconcilian la razón humana con la fe. Además, las exigencias que Jesucristo plantea a nuestro comportamiento, coinciden con lo que todo hombre lleva escrito en el corazón y en su conciencia: el amor a todos.

Joseph Ratzinger no duda en afirmar que el cristianismo convenció a los antiguos por la unión de la fe con la razón, y por la orientación de la conducta humana hacia el amor con los más necesitados.

Entonces, ¿por qué hoy no convence esta síntesis y se duda de que el cristianismo sea la religión verdadera?

Ello se debe, según el mismo Ratzinger, a la difusión del relativismo, según el cual el ser humano no puede llegar al conocimiento de la verdad. Se afirma que un misterio tan grande como es Dios no puede reflejarse en una sola religión que todos estemos obligados a seguir. Según algunos, debemos conformarnos con ese poco de verdad que hay en cada una de las diversas religiones.

¿Debe entonces el cristianismo abandonar su pretensión de ser la religión verdadera?

Veamos como lo enfoca Ratzinger:

Hoy día la 'Teoría de la Evolución' originada en Darwin (1809-1882), es la base de la interpretación racional del mundo. Hasta el punto de que no parece dejar ya espacio a otro tipo de pensamiento.

Pues bien, aun aceptando aspectos parciales de la teoría de la evolución, la cuestión de fondo es si en el origen y como fundamento de todo lo que existe, se encuentra una Mente creadora (Dios), o si, por el contrario, todo lo que existe surgió del azar o la casualidad, sin ningún por qué ni para qué.

Esta cuestión del origen de todo lo que existe no se puede resolver mediante los argumentos de las ciencias naturales. También la Filosofía tiene sus límites al respecto.

Pero, ¿acaso es posible que un Cosmos tan inmenso, ordenado y bello sea producto de la casualidad? Sería demasiada casualidad. Es más fácil creer que, arrojando un millón de letras desde un puente, estas letras cayeran sobre el lecho del río seco en tal orden, que se pudiera leer de principio a fin el libro de El Quijote.

El cristianismo afirma que el fundamento y el origen de todo, está en Dios creador. Un Dios que en Jesucristo se nos revela como Dios-Amor.

En cambio, la teoría de la evolución nos habla de 'selección natural', esto es, de la lucha por la supervivencia, y de la victoria del fuerte sobre el débil. Lo cual puede ofrecer poco consuelo porque, por más que se adorne, sigue siendo un comportamiento cruel. Es un comportamiento poco apropiado para lograr la paz universal y el respeto a los derechos de los más débiles.

El argumento del cristianismo como religión verdadera consiste, pues, en que en Dios, el Amor y la Razón coinciden, y que ese Dios es el verdadero pilar fundamental de todo lo que existe.

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