La familia. En el Colegio, en vez de celebrar todos los años por separado el día del padre y el día de la madre, celebramos en cambio, el Día de la Familia. ¿Por qué? Porque papá y mamá siempre deben ir juntos ya que 'no son dos, sino una sola carne'; y se necesitan el uno al otro, también para educar juntos a los hijos.

La familia está basada en la unión indisoluble del varón y la mujer, para complementarse por medio de un amor total, y para procrear y educar a los hijos. Es por eso que debe entenderse la sexualidad humana como un medio al servicio del amor conyugal y de la procreación.

Todos sabemos que el modelo bíblico de familia está hoy en crisis. La revolución sexual y la distribución universal de los anticonceptivos separaron el ejercicio de la sexualidad de aquellos fines fijados por el Creador: matrimonio e hijos. Quieren convertir la sexualidad en un fin en sí misma: Sexo sí, amor no importa; sexo sí, matrimonio no; sexo sí, hijos no.

Las consecuencias de este pansexualismo no se hicieron esperar: disminución o postergación de los matrimonios, desintegración familiar, muchos sufrimientos para las personas engañadas o abandonadas (sobre todo mujeres y niños), aumento de enfermedades venéreas, adolescentes embarazadas, madres solteras, padres irresponsables, pensiones alimenticias, chicos abandonados, pobreza, delincuencia, divorcio, hijos del divorcio, familias monoparentales, abortos, esterilización, etc.

Los jóvenes de hoy pertenecen a la tercera generación después de la revolución sexual, la cual afectó ya a sus padres y a sus abuelos antes que a ellos. Por esa razón, este joven ve como normal muchas situaciones familiares que en realidad no son normales. Lo normal no es lo que hace la mayoría, sino lo que respeta las normas. En este caso son normales las familias que respetan las normas bíblicas sobre el matrimonio: Aquellas familias basadas en un matrimonio monógamo, heterosexual, indisoluble y fiel, donde nacen y son educados los hijos.

Muchos de los jóvenes de hoy han nacido o crecido ya en familias disfuncionales. Al hablar con estos jóvenes, hay que ayudarles a reflexionar en lo siguiente:

1- Hay una familia a la que ellos pertenecen y en la que son hijos o hijas. Esta familia no la han elegido ellos, sino que se la han encontrado al nacer. Algunos nacen en familias bien constituidas y otros no. Así como algunos nacen en familias creyentes y otras no; o nacen en familias ricas y otros no. Todo esto no depende de uno, no es responsabilidad de los chicos, no se pudo evitar.

2- Nacer en una familia disfuncional no afecta negativamente a la dignidad propia. Independientemente de las circunstancias que rodean nuestra concepción y nuestro nacimiento, todos somos llamados a la vida por Dios mismo, el cual crea nuestra alma en el momento en que somos concebidos y esto nos hace personas, a imagen y semejanza de Dios, sujetos de derechos. Nuestra dignidad propia como seres humanos, la recibimos de Dios y no de nuestros padres. Las circunstancias que rodean nuestro nacimiento, pueden representan dificultades muy grandes: Vacíos o carencias no sólo económicas, sino sobre todo afectivas que constituyen una desventaja. Sin embargo, siempre podremos contar con la gracia de Dios y con personas amigas que nos darán una mano para salir adelante.

3- Una familia disfuncional puede hacer muchas cosas para llegar a ser un verdadero hogar de amor. (Así como una familia no creyente puede dar el paso hacia la fe, y una familia pobre puede salir de la pobreza). No es una fatalidad. Ayudará mucho el esfuerzo, el diálogo, la oración-confesión-eucaristía, y la consejería.

4- Los jóvenes deben comenzar a pensar en otra familia, además de aquella en la que han nacido. Deben pensar también en aquella familia en la que serán padres o madres, esposos o esposas. Aquella familia que ellos mismos fundarán, junto con su cónyuge, en un próximo mañana. A diferencia de la primera, esta segunda familia sí depende de ellos prepararla, para que sea una familia que les proporcione felicidad y no sufrimientos. Es responsabilidad de ellos.

5- ¡Joven!, tu propio matrimonio no es algo que se pueda improvisar. Hay que prepararlo. Hay que aprender a ser esposo o esposa, padre o madre. ¿Cómo? ¿Dónde? Desgraciadamente no existen academias o institutos o facultades donde acudir. Esta sociedad que pide tantos años de estudio para cualquier trabajo, no exige preparación para casarse. Y así nos va. Los mismos cursos pre-matrimoniales que las parroquias imparten poco antes de la boda a los novios católicos, son insuficientes. Por eso la Escuela y el Colegio católicos sienten la obligación de iniciar la educación sexual como educación para el amor y como preparación para el matrimonio (y no como simple información). Pero sobre todo, tú mismo, joven, debes buscar los medios para prepararte. Ponlo en tu oración. Haz bien las cosas desde ahora. Fíate de la Palabra de Dios. Que Jesús sea tu Maestro.

6- A los actuales padres y esposos les dejamos dos frases para reflexionar:

a. No hay éxito en la vida que compense el fracaso de la familia.

b. Dios te ha confiado los hijos para que los lleves al cielo.

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