Imagen de Roberto Serra. Amor. 1.-                   Dios es uno solo y no puede ser más que uno.

                  No hay dos dioses, ni tres, ni muchos. Sólo puede haber un Ser Absoluto.

                  El Evangelista San Juan nos dice que Dios es Amor.

                  Y uno se pregunta: “¿Cómo puede ser amor Dios, si sólo es uno? ¿A quién amará?”

Y otro contesta: “Nos ama a nosotros. Para eso nos creó”.

Pero a nosotros hace poco que nos creó. Hace apenas un millón de años, aproximadamente. Un millón de años no es nada frente la eternidad. Y Dios es Amor por toda la eternidad. Dios no empezó a ser Amor hace un millón de años.

2.- Jesucristo nos da la respuesta al tema de Dios-Amor cuando se presenta a sí mismo como el Hijo de Dios. Y añade “el Padre y Yo somos uno”. Después de la Ascensión Jesús nos envió el Espíritu Santo. Y mandó a ‘bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo’.

Ahí está: Dios es uno, pero no es un solitario. Dios es una familia de tres personas que se aman. Se aman tanto que no son tres dioses, sino un solo Dios.

3.- Dios nos creó a su imagen y semejanza.

Siendo Él una comunidad de amor, al crearnos a su imagen y semejanza, nos crea en comunidad de amor: de hecho nos creó en pareja (Adán Y Eva), y dijo: “Creced y multiplicaos”. Y dijo también: “No es bueno que el ser humano esté solo”.

La estructura íntima del ser humano no es individual, sino familiar.

La familia, basada en el matrimonio, es imagen de Dios-Trinidad.

Dios uno y trino es modelo para toda familia humana. En ambos casos tenemos unidad e indisolubilidad de personas distintas que se aman totalmente.

Cuando Cristo vino al mundo elevó la institución matrimonial al rango de sacramento. El matrimonio no es, para nosotros, una simple institución civil, sino que es algo sagrado, religioso.

4.- Por eso defendemos tanto la familia, basada en el matrimonio heterosexual, fiel, indisoluble y abierto a la vida. La defendemos contra tantas falsas nuevas formas de ‘matrimonio’ y de ‘familia’. Porque el matrimonio es obra de Dios. Y porque las cosas son lo que son y no lo que a nosotros nos gustaría que fueran. Un triángulo tiene tres lados, aunque alguien quisiera que tuviera cuatro.

Defendemos el matrimonio contra viento y marea porque es reflejo de la Trinidad, lugar de verdadera humanización, mediante la entrega amorosa de los esposos entre sí y mediante la acogida y educación de los hijos. La familia es el primer lugar donde el ser humano responde a la universal llamada de Dios al amor.

5.- Ahora bien, Cristo no se casó.

¿Por qué no se casó, si él mismo le da tanta importancia al matrimonio? ¿O sí se casó?

La carta de San Pablo a los Efesios en su capítulo cinco, nos presenta a Cristo como el Esposo de la Iglesia. Cristo ama a su esposa la Iglesia, hasta entregar su vida por ella. Cristo ama a todos los fieles y a toda la humanidad, como un esposo ama a su esposa. Hasta el punto que cada uno de nosotros puede decir como San Pablo: “me amó y se entregó por mi” (Gá 2,20). Cristo es, más bien, ejemplo y modelo de amor esponsal: “No hay amor más grande que entregar la vida por aquellos a quienes se ama”.

6.- Cristo llamó en su seguimiento (y sigue llamando), a otras personas, varones y mujeres, para que llevaran su mismo género de vida: son los sacerdotes, los religiosos y las religiosas. Ellos tampoco se casan para poder entregarse por completo a la causa de Jesús.

Se ‘casan’ con la Iglesia, con los fieles, con todos los hombres y mujeres que sufren. Con ellos forman comunidades de amor (No en vano se les llama padre, madre, hermano, hermana), y por ellos están dispuestos a entregar la vida. Así ha sucedido muchas veces, y sigue sucediendo. No en vano se les llama padres, madres, hermanos y hermanas.

Ellos renuncian a las relaciones sexuales, pero no al amor. Lo importante es amar. Al amor no se puede renunciar. Dios nos amó primero.

En nuestra fe, el amor lo es todo. Un amor verdadero: total, fiel, indisoluble, fecundo. “Amar es entregarse, olvidándose de sí; buscan do lo que al otro pueda hacer feliz”.

Dios Padre nos entregó a su Hijo por amor.

Jesucristo se entregó por nosotros.

Los esposos se entregan el uno al otro por amor.

Los pastores se entregan a sus ovejas.

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