Observo con mucha alegría cada adelanto tecnológico. Un familiar  acaba de adquirir un teléfono celular de última generación, a un sobrino le regalaron, por Navidad, una iPad y un iPhone.

Conozco varias personas a mi alrededor que están disfrutando de estos regalitos de Navidad. Teléfonos, agendas electrónicas, cámaras, reproductores de música con alta definición, aplicaciones, juegos, programas y más.

Amo la tecnología, me sorprende, me ayuda en la vida diaria, en el trabajo, en la comunicación y ante este tema y la época que vivimos,  pensé mucho cómo escribiría esta entrada porque quería encontrar un enlace entre la tecnología y la Navidad.

Después de reflexionar mucho, solo encontré este: La Navidad me sorprende tanto como la tecnología.

En este mundo tan mediatizado, tan lleno de aparatos, aún tenemos un corazón que mira hacia el portal de Belén en donde nació un niño que sería el salvador de los hombres.

Aún con todo este ruido, aún hacemos una gran cena de gala, vestimos los mejores trajes y hacemos fiesta porque es el cumpleaños de Jesús.

Cada 24 de diciembre, en mi país, el cielo se llena de luces pirotécnicas y siempre me asombra pensar que todo esto es por Jesús. A pesar de todo lo malo o lo frío de este mundo aún celebramos el amor.

Las redes sociales se llenan de tarjetas con mensajes de amor y positivismo para el año que viene. Se ponen de moda los cantos que hacen recordar las navidades de la infancia, la gente se dice que se quiere y se da regalos, porque celebramos a Jesús. Es sorprendentemente maravilloso.

Ese Dios que nació pobre en un establo, es el mismo que nos regala el don de la inteligencia, para crear, aprender, difundir  y ayudar a los demás en este mundo que avanza a grandes pasos.

Disfrutemos pues, de todos estos dones que Él nos da, pero sin olvidar a quien se lo debemos, de quien es el cumpleaños, a quien celebramos. La única razón de la Navidad es Jesús.

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