El drama de un matrimonio roto... Así como hay parejas bien casadas cuyos niños tienen importantes problemas de adaptación social y emocional, podemos encontrar también niños procedentes de parejas divorciadas, cuyo funcionamiento a nivel psicológico, social, emocional y académico es bastante bueno. Con todo, según el Dr. Joan Kelly, un amplio equipo de investigaciones confirma que el divorcio, esencialmente, duplica el riesgo de problemas de adaptación en niños y adolescentes.

Joan B. Kelly nos describe la realidad de los Estados Unidos: Los efectos adversos más comunes en niños y adolescentes, y que están asociados al divorcio, son: trastornos de la conducta, agresión, comportamientos impulsivos y antisociales, y problemas con respecto a las figuras de autoridad.
Los niños procedentes de parejas divorciadas suelen ser más propensos a presentar síntomas depresivos, ansiedad y una más baja autoestima. Y, cuando son adolescentes, recurren en mayor medida al consumo o abuso de substancias como el alcohol, tabaco y marihuana.
Separación estresante. Para la mayoría de los niños y adolescentes, la separación parental es una experiencia muy estresante. Cuando la comunicación de los padres acerca de su separación, es mínima hacia los hijos, éstos se quedan con unos elevados niveles de ansiedad, debido a los numerosos cambios y desafíos a los que se tendrán que enfrentar, incluyendo dónde vivirán, a qué colegio asistirán, y cuándo podrán ver al progenitor que se mudó de la residencia familiar. En separaciones de alto nivel de conflicto, los niños se preguntan si les permitirán querer a ambos padres y si serán queridos por ellos.
Pérdida de la implicación paterna. Uno de los aspectos más negativos del divorcio es la pérdida de relaciones cercanas con el padre. La ausencia de la figura paterna tiene unas fuertes consecuencias emocionales y económicas a largo plazo, en niños y adolescentes. Las visitas de los padres a sus hijos, limitadas a fines de semana alternos, reducen las oportunidades de dichos padres para la educación de sus hijos, con la consiguiente disminución de importantes contactos sobre disciplina, tareas, proyectos y oportunidades de proporcionar un soporte emocional.
Nueva pareja y nuevo matrimonio. Se calcula que un tercio de los niños que vienen de un divorcio, vive durante su minoría de edad en una familia surgida de un segundo matrimonio. Y aparecen muchos desafíos cuando cada uno de sus padres inicia nuevas relaciones y se vuelve a casar.
Un nuevo matrimonio del padre, particularmente cuando otro hijo nace de la nueva unión, disminuye el compromiso paternal con los hijos del primer matrimonio. Algunos padres tienen varias parejas consecutivas tras el divorcio, y esperan que los niños y adolescentes respondan a ellas con afecto y aprobación. Estas relaciones de transición vienen a menudo acompañadas de conflictos, problemas de disciplina, relaciones hostiles con la nueva pareja y los hijos de ésta, y riesgo de abuso infantil físico, violencia por parte de la nueva pareja.

Pero vayamos a lo que más nos interesa: ¿Cuáles son aquellos factores que pueden servir de protección para niños y adolescentes después del divorcio?
Una buena calidad en la educación puede prevenir los impactos negativos del divorcio a largo plazo, en niños y adolescentes.
Las madres, después del divorcio, deben mantener el cariño, la disciplina con autoridad (establecimiento de límites, control, expectativas realistas), la estimulación de las habilidades académicas y la supervisión de las actividades de sus hijos. Pero la disciplina adecuada de niños y adolescentes frecuentemente falla tras la separación, ya que muchas madres compadecen a sus hijos, o temen que exigir a los hijos pueda tener como consecuencia que el hijo elija vivir con el padre.
Los padres: es positiva la implicación activa en la vida de los hijos, la educación con autoridad y la supervisión de las actividades de los niños y adolescentes. Ello implica la ayuda en las tareas y proyectos, el cariño y el apoyo emocional, el diálogo sobre los problemas y la participación en la escuela. Muchos padres que no residen con sus hijos, vacilan en proporcionar una disciplina eficaz, porque quieren que los hijos disfruten del breve tiempo que pasan con ellos.
Se ha identificado algunas acciones que protegen a los niños de los impactos negativos del conflicto entre los padres. Entre ellas se incluye mantener una buena relación con al menos uno de los progenitores. Es importante sacar a los hijos de en medio de las discusiones, no utilizar a los hijos para expresar ira y mensajes hostiles, y abstenerse de discutir delante de los niños.
Las continuas conversaciones entre padres y adolescentes acerca de las clases y tareas escolares, son el factor más importante en la reducción de la probabilidad de fracaso escolar. Tanto las madres como los padres tienen una contribución importante y única para la formación del afecto y el fomento de los logros del desarrollo en sus hijos. Los acuerdos post-divorcio deberían permitir que tanto las madres como los padres dispusieran de un tiempo considerable en compañía de sus hijos.

Compartir