Jesús. El primer anuncio sobre Jesús es "la prioridad permanente en la misión", a ello tienden "todas las formas de actividad misionera" (Juan Pablo II, Redemptoris Missio, n. 44). Es diferente del "kerygma", que es el núcleo de la fe cristiana. El primer anuncio busca, en cambio, establecer relaciones y suscitar en las mentes y corazones el interés por conocer la persona de Jesucristo y, en definitiva, suscitar la fe en Él.

El teólogo Alfredo Maravilla hace una interesante comparación entre el ‘primer anuncio’ misionero sobre Jesús, y un joven que dice finalmente a su amada: "Te amo". No es esto lo primero que se dice. Previamente hay una relación de mutuo conocimiento. Pero es la palabra clave para lo que sigue: el matrimonio. Lo mismo pasa con el ‘primer anuncio’ sobre Jesús.
Y de la misma manera que no se planifica el que dos personas se enamoren, tampoco el ‘primer anuncio’ sobre Jesús se puede planificar en detalle. La ocasión se presenta en el contexto de un proceso que es parte de la vida diaria. Pero será la chispa que puede encender un primer interés por la persona de Jesucristo. El misionero estará preparado para aprovechar si la ocasión se presenta.
Cuando dos personas se encuentran y de alguna manera sienten algo el uno por el otro, se desarrolla un interés por conocerse mejor. El enamorarse comienza con la atracción por un detalle particular, una característica o 'algo' de esa persona. Se basa en la lógica del corazón. El ‘primer anuncio’ misionero comenzará también con algo que atrae de Jesús o que lleva a la persona a preguntar o a querer conocer más.
Esto ocurre mediante 1) el testimonio de la caridad y 2) el estilo de vida; y 3) el testimonio de la propia fe en Jesús. De ahí la importancia que se le concede al contacto personal y al diálogo tú a tú, en todo el proceso.
1) El testimonio de la caridad. Los lugares donde la Iglesia está comprometida en ayudar a los enfermos y a los que sufren, a los pobres, emigrantes y marginados; donde la Iglesia está trabajando por la justicia, la paz y la educación, son los contextos más favorables para el ‘primer anuncio’ misionero. Porque el testimonio de la caridad inspira, suscita preguntas, y desafía. El peligro está en perder de vista que este anuncio es el fin último de nuestras obras sociales. Sin esta preocupación principal, nuestro trabajo social se reduce a filantropía y nos convertimos en simples trabajadores sociales. ¡Pero la Iglesia no es una ONG!
2) El estilo de vida de cada cristiano y de toda la comunidad cristiana. Un testimonio creíble de amor mutuo en esta sociedad, desafía a las personas a examinar el propio estilo de vida, sus valores y sus prioridades.
3) El misionero debe encontrar el momento oportuno para aquella breve, gozosa y atrayente proclamación que consiste en decir: 'Jesús es el Señor'. “Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees de corazón que Dios lo resucitó de la muerte, te salvarás” (Rm10,9).
Pero, ¿a quién se dirige el ‘primer anuncio’? Por supuesto que, en primer lugar, se dirige a aquellos que no conocen a Jesucristo. Pero también:
1- A los que, después de haberlo conocido, lo han abandonado.
2- A los que, creyendo haberlo ya conocido suficientemente, viven su fe como una rutina.
3- A aquellos que viven la propia vida diaria sin ningún sentido.
4- A los creyentes que no participan en la Eucaristía dominical, que no reciben con regularidad los sacramentos y no se implican activamente en la comunidad eclesial.
5- A los católicos con una identidad débil y vulnerable.
Sabemos que en el bautismo el niño ha recibido la capacidad de creer, pero no recibe el acto de fe personal que consiste en el firme compromiso de orientar la propia vida según el Evangelio de Jesucristo.
Es posible que muchos católicos no hayan elegido conscientemente ser cristianos. Practican su fe como algo cultural, o mantienen creencias supersticiosas. En este contexto, sin el ‘primer anuncio’ que lleve a la conversión inicial y a una fe personal, la catequesis corre el riesgo de ser estéril.
Los cristianos que viven su fe por costumbre, tienen necesidad del ‘primer anuncio’ del Evangelio para facilitar su decisión y adhesión personal a Cristo. Debemos preocuparnos de que los que son catequizados, efectivamente hayan hecho, antes, una opción personal de fe, de conocer y seguir a Cristo. El ‘primer anuncio’ es pues, un paso necesario en la nueva evangelización.

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