Bitácora de un salesiano marzo Zaida y yo teníamos que cumplir el mandato del P. Filiberto González, consejero general para la comunicación social.

 

Debíamos presentar al inspector y su consejo así como a todas las comunidades de la inspectoría el Sistema Salesiano de Comunicación Social. Este es el nuevo proyecto cocinado en Roma por expertos en la materia y cribado a nivel mundial por los delegados inspectoriales.

En diciembre la alta jerarquía inspectorial nos concedió audiencia, a la que acudimos un poco nerviosos. Habíamos pedido dos horas, lo que asustó un poco al jefe. De hecho, superamos ese límite, dado el interés mostrado por los honorables miembros del consejo.

Enero nos llevó a visitar las comunidades de El Salvador. La tarea fue fácil en cuanto a desplazamientos. Eran nuestros vecinos. Solo quedó pendiente Ciudadela, en espera de que el cuadro del personal se completara. Las comunidades nos acogieron con simpatía y cordialidad, y los hermanos parecieron interesarse en la propuesta congregacional.

Febrero fue para Guatemala. Primero, la capital, cuna de las casas donde se forman los salesianos jóvenes (Prenoviciado, Posnoviciado, Teologado, CRESCO). Además, el Colegio Don Bosco, la Parroquia Divina Providencia y la Universidad Mesoamericana. Luego alargamos la mirada hacia las alturas de Quetzaltenango donde nos reunimos en sesión conjunta con salesianos y laicos del Liceo Salesiano y la Universidad Mesoamericana. Por fin, viajamos a la verde Carchá, tierra de misión, para presentar el proyecto a los salesianos misioneros. Fue la ocasión favorable para incentivar la comunicación social, en encuentros separados, en Talita Kumi, Centro Don Bosco y Familia Salesiana.

La experiencia chapina nos animó, pues encontramos amplia receptividad a la propuesta de congregación. Algunas comunidades caminan pioneras en este campo. Otras se interesaron por aventurarse en este terreno bastante desconocido.

En marzo fue la gran aventura: lanzarnos a cubrir de un solo tirón Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Tuvimos la osadía de seguir confiando en el carrito Hyundai, nuestro fiel compañero en varios años. Eso sí, el trayecto Costa Rica – Panamá lo cubrimos volando cómodamente en COPA. Hacerlo por tierra hubiera sido temeridad para nuestras flacas fuerzas.

En Nicaragua encontramos hospedaje en la comunidad salesiana de Granada, desde donde nos desplazamos a Masaya y Managua. En Granada se celebró el primer encuentro conjunto de los departamentos de pastoral juvenil, comunicación social y misiones, conforme a la iniciativa del Rector Mayor de trabajar en sinergia. Claro, PJ con sus numerosas ramas pastorales se llevó la parte del león.

Seguimos a Costa Rica purificándonos en el purgatorio del paso fronterizo, que tiene un sabor kafkiano por los complicados vericuetos burocráticos que hacen perder la paciencia al más santo. Fue la única ocasión en que he visto a Zaida llorar de rabia. Instalados en la comunidad salesiana de CEDES Don Bosco, pudimos desplazarnos cómodamente a Cartago, San Isidro de Pérez Zeledón, Zapote y, por supuesto, CEDES. El alto interés de los salesianos en cada comunidad nos fortalecía. Eso sin hablar de la acogida festiva, fraterna y generosa que nos ofrecieron.

Por fin, Panamá. Por aire se viaja mejor y más rápido. Solo hay dos comunidades: Técnico Don Bosco y Basílica Don Bosco. Pero nos quedamos cinco días. El secreto: incluir un domingo para que la tarifa aérea resultara sustancialmente rebajada. El resto de los días estuvo dedicado al teletrabajo, factible gracias a internet. También en Panamá disfrutamos de la convivencia salesiana y del fuerte interés por el proyecto comunicacional.

Después, todo fue regresar a base. Una hora en avión con fuertes sobresaltos iniciales. Ocho horas a Granada. Trece horas a San Salvador. Cuatro mil cuatrocientos siete kilómetros en carro, incluyendo Guatemala. Centro América es chiquita, pero recorrerla en carro quiere ganas.

Nos queda pendiente Honduras, visita que esperamos realizar próximamente con mente y cuerpo descansados.

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