Historias de misión. Brindisi, Italia, noviembre 2015.-  A un día de terminar el mes de noviembre, me siento a valorar todo lo que por gracia de Dios he podido vivir este mes. Ha sido una experiencia hermosa, edificante y motivadora; un inolvidable punto de partida.


Los primeros días del mes sonaban a recuerdo del aniversario de la primera expedición misionera. Algunos animadores entre información e interrogantes, querían conocer el destino de los misioneros y las razones profundas de nuestra opción de vida, por qué había salido de Guatemala y por qué quería ir a Kosovo. Todas las veces les respondí que era el Señor quien así nos movía el corazón y Don Bosco que así nos entusiasmaba a amar cada vez más a nuestros muchachos.
Las clases de italiano continúan todos los días. Algunas mañanas incluso vienen otros muchachos y hacemos algunos juegos, cantamos algunas canciones y luego comemos algún dulce o chocolate. Por la tarde soy profesor de español en el refuerzo escolar y es otra risada, juego de palabras y espacios compartidos.
El oratorio, en cambio, ha sido un reto. Gracias a Dios las puertas están abiertas todos los días y los muchachos son constantes. Algunos vienen solo a jugar, otros solo a platicar. El problema y la reflexión que nos planteamos es qué en verdad les estamos ofreciendo. Más de la mitad están implicados en algún grupo de catecismo o formación. Otros en las academias de deportes y laboratorios sabatinos. Pero siguen cuestionándonos los más grandes que solo pasan el tiempo acá, ¿cómo captar su corazón?
El fin de semana del 14 y 15 de noviembre tuvimos el primer encuentro de tirocinantes. Italianos eran 3, 1 albanés y los misioneros que aquí estamos. El tema fue entorno a la afectividad y el modo de “evaluarla” en nosotros mismos, reconocer rasgos y dificultades. Pudimos discutir también, casi como reclamo, la importancia que tiene para nosotros el director espiritual.
El domingo 22, en la fiesta de Cristo Rey, pude renovar mi profesión religiosa por otros dos años. El inspector, don Pasquale, recibió mis votos junto al secretario inspectorial, en la misa de las 10 de la mañana. El coro estuvo a cargo de los animadores y fue hermoso ver la Iglesia llena de los muchachos oratorianos. A pesar de que la renovación debe ser discreta, la comunidad parroquial la vivió y me hizo sentir una gran fiesta. La razón es que nunca habían visto a un joven profesar los votos y fue para todos una gran oportunidad.
El frío ya se hizo sentir. He tenido que estar atento con la comida, porque hago poco deporte, y atento a los horarios y al corazón. La distancia de casa y la comunidad se siente especialmente fuerte en estos meses, pero prefiero recordar la ilusión y la alegría con la que salí hace algunos meses. Aún desconozco cuándo llegaré a Kosovo, pero se que ya me están esperando. Por ahora a preparar los coros de navidad y el ambiente del adviento. Espero poder enviarles informes cada mes.

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