Campo de arboles “Soy paciente y espero mi momento.” He aquí mi filosofía de vida, el hecho de esperar a crecer, a madurar, echar raíces para luego dar frutos. Callar, analizar y luego actuar.

Me gusta esperar el momento pues en ese tiempo de espera es cuando debo ganar experiencia, conocimiento, pues considero que es mejor quedar en silencio a decir algo peor que el silencio.

“Un día un hombre se muda a una montaña en donde no hay ningún tipo de vegetación más que pasto el cual ondeaba con el viento. El hombre sonrió y dispuso a montar una pequeña choza en lo más alto de su montaña. Los hombres del pueblo de donde venía decían que pronto regresaría pues no iba a lograr nada allá arriba.

Aquel hombre fue al pueblo, las personas no podían disimular la risa pues no había durado ni 3 días, el hombre de la montaña con rostro serio se dirigió a una tienda y compró una semilla de naranjo. Fue hacia donde vivía y la sembró. Todos los días la regaba con agua, la abonaba y le eliminaba las plagas. Poco a poco el árbol fue creciendo y madurando, hasta que un día el árbol dio sus primeras flores.

El hombre contento dijo que su pequeño ya estaba creciendo, pero antes que esperar a que diera frutos buscó unas tijeras y cortó cada una de las flores.”

¿Por qué el hombre corto aquellas flores?

Pues… la verdad es que la primera floración de un naranjo a pesar de ser maravillosa al obtener frutos, le quita fuerzas al árbol y no permite que se desarrolle por completo. El árbol se ahorraría esa energía para producir los frutos y la invertiría en desarrollarse mejor.

Es una tentación pensar en los frutos, pero lo correcto, para mí, es pensar en el futuro del árbol.

“El árbol comprendió lo que quería su dueño, luego de explicarle sus motivos. Pasaron algunos años y el dueño se marchó de su propiedad y volvió luego de algunas semanas. En el horizonte el árbol vio la silueta de su amo y en su mano llevaba algo parecido a un pote.

Cuando el hombre llegó buscó sus herramientas y sembró un árbol de cacao justo al lado del naranjo. El hombre le dijo al naranjo que lo cuidara con su sombra.”

En mi filosofía de vida es muy importante el usar todos los recursos que dispongas, todos los conocimientos adquiridos y disponerlos para una nueva causa. El relacionar los conocimientos es provechoso pues permite desarrollarte más rápido y el tiempo a pesar de ser una filosofía de espera es necesario entre menor mejor, pues la vida es corta y no hay nada peor que no vivirla.

“El hombre entusiasmado comenzó a comprar cada vez más semillas de árboles y los comenzó a sembrar, frecuentaba mucho el pueblo y ya no solo compraba semillas, ahora llevaba mangueras, plaguicidas, bancos e inclusive materiales de construcción como ladrillos, yeso y cemento.

Un día el hombre repartió a todos los habitantes del pueblo una carta y en ella una invitación a su casa. Los habitantes del pueblo comentaban extrañados y decidieron dar una visita a la cima del hombre. Cuando llegaron no podían creer lo que veían, aquella colina desierta estaba cubierta de los más bellos árboles dispuestos de manera hermosa. En medio de la senda de árboles había un sin número de bancas, monumentos y fuentes de agua, en el fondo se escuchaban las aves y el murmullo de las personas. “si él pudo yo también puedo hacer algo así”

Todo era tan hermoso, nadie podía creer lo que este hombre había logrado.”

Lo más importante en mi vida es dejar un legado, algo en lo que haya participado, un regalo para la humanidad. Esa satisfacción de dar es lo más importante, es la mayor gloria que una vida pueda tener.

Ser recordado, ser un ejemplo, ser la semilla en el corazón de la gente, dejar esperanza y fe, es justo allí cuando logras el objetivo de tu vida.

 

 

  • Carlos Andrés Samaniego es estudiante de 12º grado del Instituto Técnico Don Bosco de Panamá. Tiene 17 años y su deseo es estudiar Ingeniería de Sistemas y Computación.
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